Desde 1988, el 30 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar para dar visibilidad, a un importante sector del mercado laboral, altamente feminizado, que desarrolla una actividad básica para el resto de sectores productivos, pero al que no se le reconocen los mismos derechos laborales y de protección social que a la mayoría de las personas trabajadoras.
España tiene más de 400.000 empleadas de hogar y de cuidados que, a pesar de cumplir con el alta en el Régimen General de la Seguridad Social (Sistema para Empleados de Hogar), no tienen cobertura social por desempleo y, además, algunas de sus condiciones laborales y sociales son difícilmente justificables.
Estas trabajadoras cuidan de nuestros hogares, de nuestros menores y de nuestros mayores. La habitual expresión “este trabajo no está pagado”, adquiere en el caso del empleo doméstico y de cuidados de dependientes un sentido literal. No sólo porque los sueldos muchas veces están por debajo del salario mínimo, sino porque su desempeño requiere actitudes de atención y afecto que van más allá de lo que corresponde a una prestación remunerada.
Prácticamente una tercera parte de estas trabajadoras no están dadas de alta en la seguridad social. De las que, si lo están, algo más del 50 % son extranjeras.
Probablemente, de las que no cotizan, el porcentaje de extranjeras sea aún mayor si están en situación irregular.
Hasta no hace tanto, no se consideraba a las empleadas domésticas parte plenamente integrada en el mercado laboral, de hecho, son objeto de una diferente regulación, con peores derechos y prestaciones, como por ejemplo el acceso al desempleo, las garantías frente al despido, la cobertura de la situación de incapacidad laboral, el cumplimiento de horarios y tiempos de libranza o la remuneración de horas extraordinarias. Todo ello dependiendo más de la buena voluntad de las familias contratantes que de un sistema de derechos.
Vivimos en un Estado de Derecho que brinda seguridad jurídica a toda la ciudadanía. Pero esta seguridad, ¿no presenta una importante brecha cuando de quiénes se habla es de las empleadas de hogar y de cuidados?
El actual Gobierno adquirió el compromiso de suscribir el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre trabajadoras y trabajadores domésticos, aprobado en 2011, así como integrarlas plenamente en el Régimen General de la Seguridad Social, lo que mejorará su cobertura.
De la misma manera que se ha financiado al movimiento asociativo de mujeres en general, queremos favorecer que las asociaciones de trabajadoras de este colectivo puedan acceder a las convocatorias de subvenciones, de forma que se respalde su actividad en defensa de sus derechos y de apoyo a aquellas empleadas domésticas más desasistidas.
Hay que reforzar las acciones de información y sensibilización sobre la importancia de los trabajos feminizados de cuidados, formales e informales. Las mujeres no sólo necesitamos acceder a los puestos de responsabilidad y decisión y reducir la brecha en los sectores profesionales masculinizados, sino que también hay que incorporar hombres a los sectores feminizados y mejorar las condiciones laborales de todo un conjunto de mujeres que se encuentran en la base de la pirámide laboral. No podremos hablar de igualdad de oportunidades real de las mujeres en el mercado laboral, mientras el sector de las empleadas domésticas viva en la precariedad y la desprotección.
Cuidemos a las cuidadoras.