Los acontecimientos a nivel mundial se suceden con tal rapidez que inutilizan cualquier análisis coyuntural. La inmediatez marca el transcurrir del mundo, como consecuencia de la globalización, fundamentalmente financiera. Lo que hoy es blanco, mañana es negro.
De un mundo, en el que el bienestar económico quedaba limitado a más de 1.000 millones de habitantes (EE.UU, Europa, Canadá, Australia y Japón), hemos pasado a otro en el que más de 4.000 millones de personas, reclaman nuevos niveles de vida y piden crecer como nosotros para lograrlo, y todo ello, anuncia grandes cambios en la economía mundial, con repercusiones inimaginables en los salarios y en las condiciones de vida, del hasta ahora mundo desarrollado y de la concepción de la democracia.
Las consecuencias de toda esta situación, están afectando a la credibilidad y sostenibilidad del Estado de Bienestar en Europa, generando unas tremendas tensiones, en muchos casos violentas, contra los derechos sociales, políticos y de la seguridad y calidad en el empleo; Todo ello, en un contexto de crisis Ideológica, Política y Sindical, que evidencia una falta de capacidad de respuesta.
En pleno siglo XXI, en una sociedad moderna y democrática, nunca se había pensado que un número tan reducido de ciudadanos, tendrían tanto poder para aumentar su riqueza y privilegios, y que el sistema financiero estaría tan alejado de la economía real, aunque los líderes europeos, nos intenten convencer de que Europa va bien y que la política económica es un éxito.
El Modelo de Bienestar Social construido en Europa, tras siglo y medio de luchas sociales y sindicales, está en peligro de destrucción. Ni siquiera el Fascismo, Nazismo, ni el Autoritarismo, lograron lo que esta consiguiendo hoy el Capitalismo.
Somos conscientes de la dificultad de cambiar un sistema económico hegemónico a nivel mundial y enraizado culturalmente, pero es evidente que la humanidad, necesita un nuevo sistema de principios, conductas a las que seguir y normas básicas, que sean universalmente aceptadas. Se está imponiendo un nuevo debate, centrado en la necesidad de luchar para hacer frente a la creciente desigualdad y en poner fuertes límites al actual sistema financiero.
La ciudadanía sólo recuperará la confianza, si se genera una nueva conciencia global, que ponga fuera de toda duda unos nuevos principios éticos, universalmente aceptados y dispuestos a tomar decisiones, sin perder jamás la perspectiva de la justicia, la libertad, la democracia y el progreso. Como dice Axel Honnetth “Va contra la democracia hacer creer a la gente que carece de capacidad para cambiar las cosas”
Para OSTA, Sí hay alternativa. No va a ser fácil, si no asumimos todos de forma seria y contundente, la lucha por superar este desorden construido sobre la desigualdad. La solución no esta fuera de nuestra casa, sino en nuestro entorno, en el ámbito más próximo, es donde los trabajadores y ciudadanos luchan, porque lo universal es local sin paredes. Porque solo desde lo local, se puede llegar a lo universal.
David Lázaro Secretario General de OSTA