Ante la celebración del día internacional para la eliminación de la violencia de género, el departamento de igualdad de OSTA quiere expresar su más rotunda denuncia y condena a las diversas formas del ejercicio de la violencia en contra de las mujeres que sigue estando instalada en nuestra sociedad, y que año tras año se sigue cobrando un elevado número de víctimas mortales (40 mujeres asesinadas en lo que va de año).
En la actualidad, aunque se ha ido avanzando en algunas cuestiones, la violencia machista sigue siendo un problema que forma parte de nuestras vidas de forma estructural.
La desigualdad en cuanto al acceso al poder de hombres y mujeres, ha determinado el acceso y control de los recursos.
El sistema heteropatriarcal, ejerce muchos tipos de violencia contra las mujeres, su reconocimiento es el principal paso para eliminarlas.
El maltrato, el acoso, la trata con fines de explotación sexual y laboral, las violaciones, la mutilación, los matrimonios forzosos, son algunas de las agresiones que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo.
Esta discriminación se manifiesta en diferentes ámbitos: maltrato en el núcleo familiar o en el privado, agresión en el público y social, o la discriminación o el acoso en el ámbito laboral, así como la falta de políticas sociales ante casos de violencia, lo que supone discriminación y desigualdad en el ámbito político, jurídico e institucional.
En el mundo laboral la sexualización del trabajo ha hecho posible la feminización de diversos sectores y la continuidad de la brecha salarial, el aumento de los contratos precarios, así como la falta de paridad en los puestos de poder entre otras.
Durante la pandemia, la industria de la prostitución ha seguido enriqueciéndose, aumentando la trata de seres humanos para la explotación sexual.
Desde el Departamento instamos a las instituciones, pero también al sector privado en la utilización de la trasversalidad de género, para que el acceso a los recursos y al trabajo sea más igualitario.
Para ello, es igual de importante trabajar en la coeducación no sólo en los colegios y universidades, sino también en las empresas y familias, estando implicadas todas y todos, tomando no sólo un modelo de masculinidad o feminidad, sino teniendo en cuenta la diversidad del ser humano.
Porque sólo si somos conscientes de que el género es un constructo socio-cultural excluyente, podremos construir un modelo de sociedad más igualitario.